De las seis sociedades que el grupo Grifols tenía en España cuando nació como holding empresarial en 1987, ha pasado a tener 74 sociedades activas en el ejercicio 2019 en 28 países. Sus primeras seis sociedades fueron la matriz Grifols S.A., Instituto Grifols S.A., Grifols Movaco S.A. y Diagnostic Grifols S.A. —aún activas—, además de Laboratorios Grifols y Logister —ya extinguidas—. Desde la sede de la matriz, Barcelona, el grupo enseguida se expandió lejos de las fronteras catalanas y españolas.
El primer país al que viajó Grifols fue a Portugal, en 1988. Grifols Portugal Productos Farmacéuticos e Hospitalares, Lda., con sede en Rio de Mouro y entonces llamada Movaco Portugal, fue la primera empresa 100% Grifols ubicada fuera de España. Dos años más tarde, Grifols abrió filial en Estados Unidos, donde hoy se ubica el mayor número sociedades de la corporación. Después la empresa creó sociedades en Chile, Argentina, México, y adquirió grandes empresas o sus filiales, como la de Alpha Therapeutic Corporation en Reino Unido —que con anterioridad había sido su primera socia internacional—, o SeraCare en 2001 y Plasmacare en 2006, con sus centros de donación, y de Talecris en 2011.
Resquicios fiscales
Grifols es una de las empresas del IBEX 35 peor posicionadas en cuanto a su política fiscal, según el informe La Responsabilidad Social Corporativa en las memorias anuales de las empresas del IBEX 35, publicado por el Observatorio de Responsabilidad Social Corporativa y que toma como datos los de los informes del ejercicio 2018. El documento sitúa a la empresa en el puesto 32 de 35 respecto a la política fiscal más adecuada, solo seguida de IAG, Naturgy y Siemems-Gamesa, con quienes comparte la misma puntuación: un cero.
“Grifols indica expresamente en su política fiscal que el pago de impuestos es para la empresa un ‘pilar esencial de su política de responsabilidad social y un pilar de su contribución económica y social a la comunidad’”, señala el Observatorio, que denuncia que, sin embargo, Grifols no aporta datos de impuestos pagados de manera desglosada por país.
En su informe de 2019, la empresa da información sobre los impuestos pagados en España —3,1 millones de euros sobre un beneficio de 29,7 millones, al haber recibido una devolución de impuestos por pagos anticipados por un importe de 17,6 millones de euros, por lo que no aparece el dato sobre los impuestos pagados exclusivamente sobre ese ejercicio—, en Estados Unidos —98,4 millones de euros sobre un beneficio de 438 millones— y en Irlanda —10 millones de euros sobre un beneficio de 74,3 millones—.
En conclusión, el grupo empresarial español solo ha pagado en 2019 un 2,5% de sus impuestos en España, tres veces menos de los liquidados en Irlanda y alrededor de 32 veces menos de lo pagado en Estados Unidos. Sobre el resto de países en los que opera, suma un pago de 11,1 millones de euros en impuestos sobre un beneficio de 33,2 millones. Según señala la compañía en sus cuentas, las únicas sociedades por las que paga impuestos sobre las ganancias, además de la matriz Grifols S.A., son Grifols Movaco, S.A., Laboratorios Grifols, S.A., Instituto Grifols, S.A., Biomat, S.A., Grifols Viajes, S.A., Grifols International, S.A., Grifols Engineering, S.A., VCN Bioscience, S.L., Gripdan Invest, S.L. y Aigües Minerals de Vilajuiga, S.A.
El bufete de abogados y economistas Osborne Clarke realiza labores de asesoría fiscal y societaria a Grifols, según aparece en los últimos informes de gobierno corporativo depositados en la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). Con este bufete, la farmacéutica comparte a día de hoy un nombre, Tomás Dagá Gilabert, consejero desde el año 2000 que además posee un 0,02% de acciones de la compañía y participa en Scranton Enterprises, una de las principales accionistas. Dagá es, según reseña El Español, el “responsable del entramado societario de Grifols desde hace 30 años”.
Cuando, en 2016, Oxfam denunció que Grifols mantenía 13 filiales en paraísos fiscales, en relación a las sociedades ubicadas en Delaware (Estados Unidos), Dagá defendió que este territorio nunca había sido considerado como paraíso fiscal y que el beneficio de ubicar allí sociedades radicaba en que su administración no obliga a identificar a los accionistas. Sin embargo, Delaware, donde a día de hoy Grifols mantiene una sociedad activa, sí ha sido identificada como nicho fiscal por el Observatorio de Responsabilidad Social Corporativa, una institución formada por organizaciones del tercer sector y apoyada por el Ministerio de Trabajo y Economía Social.
Unos meses antes, en octubre de 2015, la multinacional había anunciado el traslado de su centro mundial de operaciones a Irlanda, país donde el impuesto de sociedades se reduce al 12,5% frente al 28% de España. “Grifols es una compañía global y realiza sus operaciones donde más le conviene a su negocio”, afirmó entonces Víctor Grifols Roura según recoge el periodista de El Mundo José F. Leal en su artículo ‘La sangre apátrida de Grifols‘.
Según aparece en las cuentas de la empresa, la legislación irlandesa exime a la compañía de depositar los Estados financieros de Grifols Worldwide Operations Limited, una de las subsidiarias que tiene alojadas en este país desde la que coordina su política comercial internacional y ofrece apoyo financiero a otras empresas del grupo…
El informe del Observatorio de Responsabilidad Social Corporativa señala las informaciones publicadas en los últimos años en diferentes medios de comunicación sobre las “estrategias de optimización fiscal” de la corporación. En concreto, sobre el traslado, en 2015, de su centro mundial de operaciones de la división biociencia, que supone tres cuartas partes de la actividad del grupo, a Dublín, además de las diferentes sociedades que Grifols ha creado en Delaware (Estados Unidos), Suiza, Hong Kong o Singapur.
Actualmente, según aparece en el informe de Grifols de 2019, el grupo tiene activas 74 sociedades en 28 países. El país con mayor número de sociedades del grupo es Estados Unidos, con 22 —incluida una de las fundaciones de la compañía—. Le sigue España con 20 sociedades y, muy de lejos, Irlanda, China y Alemania, con tres sociedades por país.
Del total de sociedades, diez están ubicadas en siete territorios que el Observatorio de Responsabilidad Social Corporativa considera nichos fiscales: Delaware (Estados Unidos), Irlanda y Singapur —tres nichos fiscales según la organización británica Tax Justice Network—, Hong Kong, Suiza y Taiwán —incluidos en la Lista Gris de la Comisión Europea hasta 2018, año en el que estos territorios se comprometieron a hacer un intercambio de información fiscal—, Malasia —que en 2017 no reiteró su compromiso de seguimiento de buenas prácticas pero que, a partir de entonces, desapareció de la lista de países no cooperadores a efectos fiscales de la Comisión Europea.
Además, varios de sus principales accionistas, ya sean parte de la familia Grifols como miembros de su Consejo de Administración, tienen su sede en nichos fiscales como Holanda, Suiza o Chipre.
Otra de las críticas realizadas por el Observatorio de Responsabilidad Social Corporativa a Grifols es que, al menos hasta el ejercicio 2018 incluido, esta era una de las cinco empresas del Ibex que llevaban más de diez años con el mismo auditor: 29 años con la auditora KPMG, solo superada por Banco Sabadell (36 años con PwC en 2018).
“Un aspecto fundamental en relación con los riesgos de la independencia del auditor es el número de ejercicios consecutivos que lleva realizando la auditoría de la empresa, en tanto que una duración excesiva de esta relación puede producir una relación de familiaridad”, explica el informe del Observatorio de Responsabilidad Social Corporativa, que recuerda que la Ley de Auditoría establece una duración máxima de diez años con la misma empresa auditora, o cuatro años más si se contrata otra simultáneamente. Pero, al ser una entidad de interés público —todas las del Ibex35 lo son por su tamaño, según señala el Instituto de Consejeros-Administradores— Grifols puede seguir contratando a KPMG como auditora hasta el ejercicio 2020, incluido.
¿De quién es Grifols?
La familia Grifols controla, según publicaba El Economista en 2019, en torno a un 30% de la entidad a través de varias sociedades. En concreto, según aparece en sus cuentas del año pasado, a cierre del ejercicio, el mayor accionista de la empresa de derivados del plasma es Deria S.A., una sociedad con sede en Barcelona constituida en 1987, al igual que la propia Grifols, que en 2019 acumulaba el 8,91% de acciones de Grifols, un porcentaje similar al que tenía en el informe de gobierno corporativo de 2006, el más antiguo publicado por la Comisión Nacional del Mercado de Valores.
Deria S.A. es una sociedad compartida por Víctor y Raimon Grifols Roura —actual presidente no ejecutivo y uno de los consejeros delegados de Grifols— y sus hermanos Núria —casada con Javier Jorba, director del Instituto Grifols—, Albert —presidente de la división Bio Supplies de Grifols— y Enric.
La segunda mayor accionista de Grifols en Scranton Enterprises, que al final del ejercicio 2019 tenía un 8,67% de acciones. Con sede en Holanda y fundada en 1999, en ella participan al menos cuatro directivos de Grifols —Ramón Riera Roca, Tomás Dagá Gelabert, Víctor Grifols Roura y su primo Juan Ignacio Twose Roura —consejero desde el año 2000 hasta 2015—.
Según explica José F. Leal en El Mundo, Scranton, al menos hasta 2015, era también casero de Grifols: “En 2011, compró la sede principal de Grifols y una de sus fábricas en Carolina del Norte y, desde entonces, se las alquila por una millonada”. En su informe de gobierno corporativo aparece que mantiene una relación contractual con Grifols que en el ejercicio 2019 le reportó 7,1 millones de euros
A fecha 28 de diciembre de 2018, según aparece en las cuentas de Grifols, esta le vendió a Scranton las empresas Biotest US Corporation y Haema AG por un importe de 538 millones de euros que la sociedad de los directivos de Grifols pagaron, en parte —cerca de 82,9 millones— con un préstamo pedido a otra empresa de Grifols ubicada en Irlanda, Grifols Worldwide Operations Limited.
La venta se realizó tan solo unos meses después de que Grifols comprara estas sociedades, por el mismo precio y con un acuerdo que compromete a la compañía a prestar a las dos empresas vendidas servicios de apoyo en el negocio de recolección de plasma de los centros de donación para su posterior venta “y así asegurar que dichas sociedades seguirán operando efectivamente”, y a ambas empresas a cubrir las necesidades de plasma de Grifols.
En octubre de 2019, Grifols también compró la norteamericana BPL Plasma a través de un préstamo de 875 millones con un plazo de cinco años financiado por Bank of America (BofA), BNP Paribas, CaixaBank, Bankia, BBVA, Sabadell, Santander y Commerzbank, entre otras entidades, según publica Expansión. Scranton tiene intereses más allá de Grifols y de la sangre. En 2019, según publicaba El País, entró en el accionariado de la promotora Corp, dedicada a pisos de alquiler en Barcelona. También ha invertido en Wallapop o en el club de baloncesto Joventut de Badalona.
El tercer mayor accionista de Grifols es la sociedad Thorthols Holding B.V., ubicada en Holanda y creada en 1999, y también de la familia Grifols, en esta caso de la rama Grifols Gras, los hijos de Josep Antoni Grifols i Lucas. Al final del ejercicio 2019, esta sociedad mantenía el 7,06 de acciones de Grifols.
Le sigue en el accionariado Núria Roura Carreras, viuda de Víctor Grifols i Lucas, a través de su sociedad Rodellar Amsterdam B.V., con el 6,15% de acciones. Aunque no aparecen en el informe de gobierno corporativo de Grifols del pasado ejercicio, la revista Forbes identifica a los hermanos Jordi, José Manuel, María José y Magdalena Canivell Grifols —hijos de Josefa Grifols i Lucas y Marc Canivell—, como la 84ª fortuna española en 2019 por las acciones de Grifols heredadas de su madre, fallecida en 2012, y que al menos hasta 2010 suponían el 7,7% del grupo empresarial, según publica El Mundo.
Tras la familia Grífols, el fondo de inversión estadounidense BlackRock —el principal inversor de las empresas del IBEX 35, con un 4,4% en Grifols—, Invesco Limited —3,16%— y Capital Research and Management Company —3,01%—. Todas ellas, según aparece en Open Corporates, a través de sociedades que tienen su sede en Delaware (Estados Unidos), identificado como nicho fiscal por el Observatorio de Responsabilidad Social Corporativa.
La siguiente accionista en importancia es Fidelity International Limited, de Reino Unido, con un 1,02%, y le seguiría George Soros, aunque este ya no aparece como principal accionista en el informe de gobierno corporativo presentado por Grifols ante la CNMV en 2019. Soros entró en el capital de Grifols en 2019 con 2,08 millones de acciones de las 687.554.908 acciones en las que se componía la empresa en 2019, según aparece en los informes de la CNMV. Es un 0,3% de las acciones, que son, en su caso, de clase b, según señala El Confidencial, por lo que no tiene derecho a voto pero sí a dividendos preferentes. Las adquirió a través de su sociedad Soros Fund Management LLC, también con sede en Delaware.
Altas remuneraciones con muchas reticencias
El informe La Responsabilidad Social Corporativa en las memorias anuales de las empresas del IBEX 35, publicado por el Observatorio de Responsabilidad Social Corporativa, señala también a Grifols como una de las empresas del IBEX 35 que paga más altas remuneraciones a los miembros de su Consejo de Administración, solo por detrás de Repsol, Caixabank y ACS, y apunta como mala práctica de la empresa que las indemnizaciones estipuladas para estos altos cargos se calculan en base a cinco año de sueldos.
Su Consejo de Administración, durante el ejercicio de 2019, estaba formado por 13 personas. Tres de ellas son parte de la familia Grifols, algunos otros están relacionados con el mundo de los fondos de inversión y algunas otras —en este caso son todo mujeres— son profesionales con un alto reconocimiento en la investigación y la sanidad, con puestos importantes en instituciones sanitarias y científicas de capital público. Las remuneraciones de los altos cargos en Grifols son muy desiguales. Frente a los cerca del millón de euros que cobraron en 2019 Víctor Grifols Roura, Raimon Grifols Roura y Víctor Grifols Deu —a lo que se suman los beneficios de sus acciones, de entre 169.000 y 536.000 euros por cabeza—, la retribución anual de los consejeros ronda entre los 100.000 y los 150.000 euros, con las únicas excepciones de Enriqueta Felip Font y Anna Veiga, con 50.000 euros anuales, o de Thomas Glanzmann, con 320.000 euros.