Un imperio apoyado en subvenciones y préstamos ventajosos

subvenciones ArcelorMittal; transparencia

Entre octubre de 2014 y diciembre de 2018, ArcelorMittal España recibió cerca de cuatro millones de euros en subvenciones que no contemplaban ninguna contraprestación, según aparece publicado en la web del Sistema Nacional de Publicidad de Subvenciones. A este importe se le suman otros 43,9 millones en préstamos. La multinacional siderúrgica fue una de las más beneficiadas por ayudas públicas en 2017. Aquel año recibió el gran grueso de los créditos concedidos —40,6 millones de euros —, además de 1,6 millones en subvenciones.

Del total de las ayudas, hasta 45,7 millones fueron otorgadas por la administración estatal. La gran parte del importe —43,9 millones— fueron préstamos del Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial, una entidad dependiente del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades. Ese dinero se destinó al centro de I+D que ArcelorMittal ha levantado en Avilés (Asturias), y que es uno de los 14 que tiene por todo el mundo. El resto se dividieron entre compensaciones por la emisión indirecta de CO2 — 1,1 millones de euros— y, en menor medida —apenas 15.000 euros— fueron ayudas del Instituto Español de Comercio Exterior.

A nivel europeo, las subvenciones concedidas a las distintas filiales de ArcelorMittal fueron más sustanciosas. Solo en 2017 — último año con datos publicados por la Comisión Europea (CE)— la siderúrgica recibió 14,3 millones de euros, de los que más de 4,8 fueron para ArcelorMittal Maizieres Research, que investiga, entre otras cosas, soluciones para el automóvil. Desde 2010, los importes de las cerca de un centenar de subvenciones recibidas suman al menos 24,4 millones de euros, sin contar muchas de las ayudas con distintos beneficiarios en las que el importe asignado a cada uno de ellos no aparece publicado por la CE.

Más allá de Europa

Pero son mucho más sustanciosas las ayudas recibidas por ArcelorMittal por parte de organismos financieros internacionales. Uno de ellos, el Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo (EBRD, por sus siglas en inglés), le ha otorgado préstamos por un valor de 1.451,56 millones de euros entre 2002 y 2018. Este  organismo financiero se fundó en 1989, justo después de la caída del muro de Berlín, con el objeto de “ayudar a empresas y economías a prosperar”, según señala su propia web. También para la “participación en la reforma de políticas de alto nivel” y para impulsar “economías de mercado abiertas”, apoyando a la empresa privada en Europa del Este y Central, añade la web.

Sus fondos y gobernanza lo forman 67 países de cinco continentes. Uno de ellos es España —desde 1991— , que aporta mil millones de euros a su fondo y que está representada por la ministra de Economía y Empresa, Nadia Calviño y por la secretaria de Estado de Economía y Apoyo a la Empresa, Ana de la Cueva, como suplente.

La expansión y construcción del imperio siderúrgico de Mittal —después ArcelorMittal— se basó en la compra por parte de Lakshmi Mittal de acerías en Europa del Este que, con la caída de la Unión Soviética, se abrieron al mercado. Estas compras fueron acompañadas de ayudas en forma de préstamos ventajosos por parte del EBRD.

El primer gran préstamo que aparece en el apartado de transparencia de la web del EBRD fue otorgado el mismo año que Mittal compró la acería rumana Galati. Este proceso se convirtió en un escándalo en Reino Unido por el rol de intermediario que el entonces primer ministro Tony Blair tuvo en la compra. La planta fue adquirida por Mittal en 2001, después de que la Administración rumana gastara 5.000 millones de euros en sanearla. Mittal se comprometió a invertir en la modernización de la factoría 350 millones de dólares. Para ello, el EBRD le prestó al gigante metalúrgico 175 millones de euros. Dieciseis años después de la operación, la planta de Galati había perdido casi 20.000 puestos de trabajo de los 25.000 que había. En noviembre de 2018, ArcelorMittal la vendió a Liberty House.

Entre 2007 y 2017, ArcelorMittal ha recibido hasta 486 millones de euros para distintos programas de modernización y seguridad de las plantas y minas que tiene en Kazajistán. En 2008, un año después de recibir el primer préstamo —que ascendía a 350 millones de euros—, murieron 30 trabajadores en la mina que la multinacional compró en 1996 en Abaiskaya, Kazajistán. Desde 1996 a 2008, han fallecido 191 trabajadores en sus plantas de este país asiático, según un informe elaborado por Bankwatch Network. A pesar de que diversas organizaciones civiles se reunieron con la entidad financiera para avisar de las malas prácticas en seguridad, medio ambiente y contra la actividad sindical que ArcelorMittal imponía en estas factorías, la respuesta del EBRD fue que la empresa respondía “adecuadamente” a las preocupaciones locales, según se expresa en su Informe de Sostenibilidad de 2010.

El EBRD también supo de las quejas respecto al medio ambiente de la sociedad civil por la forma de actuar de ArcelorMittal en el resto de las plantas en las que había recibido financiación, lo que aparece citado en su informe de 2009, incluidas las de Ucrania, país en el que la multinacional recibió cerca de 700 millones de euros en préstamos entre 2006 y 2018. Todo este dinero iba destinado a la planta de Kryvyi ́Rih, la mayor de Ucrania. ArcelorMittal la compró en 2005, poco después de la Revolución Naranja y solo un año después de que fuera privatizada. Pagó por ella —por el 93% de las participaciones de la emrpesa— un total de 4.800 millones de dólares. Un año después, recibió un préstamo de 174,56 millones de euros para su modernización.

Y la Corporación Financiera Internacional

Otros de los grandes prestamistas de ArcelorMittal es la Corporación Financiera Internacional (IFC, por sus siglas en inglés), rama privada del Banco Mundial. Según el apartado de transparencia de su web —que contempla los préstamos cuya difusión es aprobada por la entidad—, el IFC otorgó entre 1994 y 2003 hasta 286,3 millones de dólares en ayudas (249,8 millones de euros). Desde la organización BankWatch Network han localizado cuatro préstamos más que han sido difundidos en la web del IFC: dos otorgados en 1997 y 2001 a través de su filial ArcelorMittal Tubarao por 132,5 y 3,4 millones de dólares respectivamente; otro recibido en 1997 por la entonces empresa checa Nova Hut; un tercero que habría recibido, según BankWatch, a través del banco kazajo Kazkommertsbank por 2,5 millones de dólares; y uno más, en 2004, a LNM Group, propiedad de la familia Mittal. Contando estos cuatro préstamos, la suma total de las ayudas otorgadas por IFC asciende a los 774,7 millones de dólares (676,2 millones de euros).

Al igual que el EBRD, Kazajistán  ha sido para el IFC uno de los destinos preferidos a la hora de otorgar préstamos a ArcelorMittal, pero se remontan a varios años antes. El primer crédito de IFC del que hemos conseguido referencias, por 132,5 millones de dólares, data de 1997 y estaba destinado a “restaurar la capacidad productiva” de la planta integral de Temirtau y de las minas. Fue dos años después de que Mittal comprara al gobierno kazajo lo que entonces se llamaba Ispat Karmet Steel Works. También en 1997, según BankWatch, el IFC le dio un préstamo de 250 millones de dólares a Nova Hut, la tercera siderúrgica checa, que fue adquirida en 2002 por ArcelorMittal. En 2003, según el informe de BankWatch, la empresa no había devuelto ninguna parte de la ayuda.

El primer préstamo del IFC a ArcelorMittal fue en 1994 y estaba destinado a Ispat Industries Limited, de la familia Mittal. Fueron 90 millones de dólares como parte de la financiación necesaria para hacer reformas en Alibag, a 30 kilómetros de Bombay. En 1996 recibió otros 45 millones de dólares más para así duplicar su capacidad productiva. Otro préstamo, por 27,3 millones de dólares en 1995, fue para financiar un plan de mejoras que ascendían a un total de 147,4 millones de dólares de la planta que la familia Mittal acababa de comprar un año antes al gobierno de Trinidad y Tobago. Según aparece en la ficha del proyecto desclasificado por IFC, se cobró a través de la sociedad Seolak Investment Ltd., con sede en Islas Vírgenes Británicas, uno de los principales paraísos fiscales del mundo.

*Los cambios de divisa de dólares a euros citados son a fecha de las operaciones a las que hacen referencia

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ArcelorMittal y su lobby en Europa

arcelormittal

En marzo de 2018, Lakshmi Mittal se reunió con Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea (CE). La cita estaba fijada desde hacía meses, pero tuvo lugar tan solo unos días después de que Estados Unidos anunciara la imposición de aranceles a las importaciones de acero. El tema de la reunión entre el dueño de ArcelorMittal y el máximo responsable del principal órgano de decisión europeo era la política industrial y comercial de la Unión Europea (UE). Esta es una de las cuestiones que más preocupan a la multinacional, que se queja de que las importaciones de acero desde China y Turquía, junto a los obstáculos a la venta a EEUU, están mutilando sus beneficios.

Cuatro meses después de aquel encuentro, Europa anunciaba la imposición provisional de aranceles a la importación de determinados productos siderúrgicos y, en febrero de 2019, la CE confirmaba que mantendría estas tasas de un 25% a los productos de acero importados a partir de un límite máximo.

ArcelorMittal está inscrita desde junio de 2009 como grupo de presión en el Registro de Transparencia de la CE. Como responsable jurídico en el registro figura Geert Van Poelvoorde, que es el actual vicepresidente ejecutivo de ArcelorMittal Europa. El encargado de las relaciones con la Unión Europea es Robert Jan Jeekel. Desde diciembre de 2014 hasta diciembre de 2018, los representantes de ArcelorMittal han mantenido hasta 55 reuniones con cargos de la Comisión Europea. La última de ellas en 2018, el 22 de noviembre, fue con Jan Ceyssens, que es miembro del gabinete del vicepresidente de la CE, Valdis Dombrovskis. Los temas del encuentro versaron en torno a los impuestos y los estándares de calidad.

En octubre, la multinacional se reunió con Daniel Calleja Crespo, director general de Medio Ambiente de la CE. Y dos semanas antes, con un miembro del gabinete de Jean-Claude Juncker para hablar sobre política energética. En junio, el comisario europeo de Energía y Acción por el Cambio Climático, Miguel Arias Cañete, se vio con miembros de ArcelorMittal. Ya habían hablado en diciembre de 2016 para discutir sobre la reforma del ETS, el sistema de comercio de emisiones, que fue aprobado finalmente en febrero de 2017 por el Consejo de Medio Ambiente.

ArcelorMittal tiene empleadas a tres personas cuyo único trabajo es hacer presión en Bruselas a favor de sus intereses. A estas se suman cinco personas más que dedican entre el 25% y el 75% de su jornada a ejercer de lobistas. En total, gasta entre 1,5 y 1,75 millones de euros anuales para hacer lobby en la Unión Europea, según cifras del Registro de Transparencia europeo.

Desde enero de 2017, ArcelorMittal paga entre 50.000 y 99.000 euros a Image Sept Bruxelles, que se define como una consultoría de comunicación, estrategia y asuntos públicos, para que haga lobby por la empresa, según consta en el Registro de Transparencia de la Unión Europea. Esta firma está presidida por Anne Méaux, francesa de 64 años que en su pasado se dedicó a la política —con el Partido Republicano— hasta que a finales de los años 80 creó su empresa de comunicación —junto a la periodista y expolítica Marie-Hélène Descamps, que fue diputada europea hasta 2009. Image 7 representa y asesora a las principales fortunas francesas. Méaux también habría trabajado para el exdictador tunecino Ben Ali desde los años 90, según publicaba Le Canard Enchainéen 2011.

Méaux es, según la revista francesa de actualidad empresarial JDN,la persona que intermedió en la opa de Mittal sobre Arcelor, facilitando que el empresario indio “sedujera” a muchos de los representantes de las zonas industriales francesas afectadas. En 2006, año de la opa, de los 100.000 empleados que contaba Arcelor, 30.000 estaban en Francia.

ArcelorMittal es miembro, a nivel europeo, de hasta cinco organizaciones, además de las federaciones nacionales de industria y acero de cada país miembro en los que opera.Entre estas instituciones figura Businesseurope—la patronal de patronales a nivel europeo—, que participa en medio centenar de grupos de expertos de la CE y que desde diciembre de 2014 hasta enero de 2019 ha mantenido cerca de 200 reuniones con altos cargos de las instituciones europeas. La multinacional también forma parte de la Asociación Europea del Acero (Eurofer, por sus siglas en inglés) o la The American European Community Association, que entre sus temas de interés están la Asociación Trasatlántica para el Comercio y la Inversión (TTIP) o el Brexit.

A nivel estatal han sido varios los escándalos relacionados con ArcelorMittal por haber influido sobre decisiones políticas de manera ilegítima. Los dos más conocidos tuvieron lugar en 2002, años antes de la opa sobre Arcelor. Mittalgate es el nombre con el que bautizó la prensa británica el supuesto trato de favor hecho por Tony Blair a la multinacional. El entonces primer ministro británico envió una carta a su homólogo rumano para animarle a que diera su visto bueno a la compra por parte de Mittal de la acería rumana Galati, después de que el empresario indio donara dos millones de libras al Partido Laborista.

Ese mismo año, en Polonia, Mittal contrató a una consultora para intervenir en la privatización del grupo siderúrgico PHS, el mayor del país, y del que la empresa se quedó con el 70%. La consultora fue después acusada de haber sobornado a varios funcionarios en otros temas. En 2007, el Tribunal de Cuentas polaco revisó la venta y determinó que el precio pagado por Mittal estaba subestimado en 513 millones de euros.

Lobby en Estados Unidos

La empresa de Lakshmi Mittal también ha destinado mucho dinero en influir en la política estadounidense. En concreto, según datos del Senado de Estados Unidos que recoge el proyecto opensecrets.org, la multinacional destinó en 2018 un total de 1,47 millones de dólares (1,28 millones de euros) en presionar al Gobierno federal, una cifra que multiplica los 160.000 dólares (139.450 euros) que Mittal gastó en 2006, cuando aún no se había materializado la opa a Arcelor.

Para las labores de lobby en Estados Unidos, al menos desde 2006, Mittal —y después ArcelorMittal— cuenta con los servicios del despacho de abogados Kelley, Drye and Warren, al que paga anualmente un promedio de 280.000 dólares (243.894 euros). Este despacho, que en 2018 tuvo una facturación de más de cinco millones de dólares solo de lobby a nivel federal en EEUU, tiene en su currículum el haber liderado la defensa de Hércules —una de las empresas que fabricaba el agente naranja utilizado durante la guerra de Vietnam que provocó cáncer a miles de personas— o a Union Carbide, responsable de la fuga de gas de Bhopal, en India, considerado el mayor desastre laboral, con cerca de 3.800 muertos, según datos del gobierno indio.

Además del presupuesto destinado a hacer lobby, la filial de ArcelorMittal en Estados Unidos destinó más de 75.000 dólares (según datos del 5 de abril de 2019) en donaciones a repartir entre el Partido Republicano (56,4%) y el Partido Demócrata (43,6%), según datos de la Comisión Electoral Federal recogidos por opensecrets.org entre 2017 y 2018. En las elecciones de 2016 metió algo más de dinero: 104.541 dólares, de los que también se llevaron algo más los republicanos.

*Los cambios de divisa de dólares a euros citados son a fecha de las operaciones a las que hacen referencia

Políticos y ‘beautiful people’ en la administración de ArcelorMittal

consejo de administración de ArcelorMittal

ArcelorMittal está dirigido por un consejo de administración —con nombres relacionados con la élite económica mundial— y gestionado por una dirección general  que, a su vez, está asistida por un comité de gestión —con miembros de un perfil más técnico—. Tras la fusión entre Arcelor y Mittal, el acuerdo entre ambas compañías comprendía fijar el número de miembros del consejo en 18, de los cuales seis correspondían a Arcelor, otros seis a Mittal Steel, tres a los accionistas y los otros tres a los trabajadores.

En 2010, la multinacional decidió bajar el número de miembros a nueve, eliminando la representación española tanto en el consejo como entre los trabajadores. Estas son algunas de las personas que forman o han formado parte de los órganos de gobierno de ArcelorMittal:

Consejo de Administración de ArcelorMittal

Lakshmi N. Mittal. Propietario de Mittal Steel, presidente de la compañía y su director ejecutivo. La revista Forbeslo sitúa en el puesto 3 de los más ricos de la India y en el 91 del mundo en 2019. En el listado de las familias más ricas de Asia, la Mittal estaba en el puesto 14 en 2017. Su fortuna se inició en 1976, con la compra de acerías, primero en Indonesia, después en Trinidad y Tobago, y más adelante las resultantes en la serie de privatizaciones que siguieron a la caída de la Unión Soviética. Su padre, Mohan Lal Mittal, fue el que comenzó con el negocio del acero y quien le mandó a Indonesia en busca de gangas. A 28 de febrero de 2019 posee, junto a su familia, el 37,38% de las participaciones de ArcelorMittal. Vive en Londres, cerca del palacio de Kensington, fue miembro del consejo de administración de ICICI Bank, el segundo mayor banco privado de India, hasta 2010, y de Goldman Sachs desde 2008.

Bruno Lafont. Expresidente del grupo francés Lafarge y de LafargeHolcim, la mayor cementera del mundo tras su fusión, y miembro del consejo de administración de Électricité de France, una de las mayores eléctricas mundiales. En la actualidad está a la espera de juicio por presunta financiación al ISIS.

Vanisha Mittal Bhatia. Hija de Lakshmi Mittal. Forma parte del consejo de administración desde 2004. 

Tye Burt. Presidente de Kinross Gold Corporation, una compañía minera de oro y plata, hasta que una desastrosa inversión relacionada con la compra de una mina en Mauritania le echó de la empresa. También ha ocupado varios altos cargos de Deutsche Bank en Canadá.

Jeannot Krecké. Miembro del Partido Socialista de los Trabajadores de Luxemburgo, fue ministro de Economía, Comercio Exterior y Trabajo. Es precisamente en Luxemburgo donde ArcelorMittal tiene su sede. Hasta 2012 también representó a este país en el Europarlamento. Entre otras empresas, Krecké está en el consejo de administración de Calzedonia.

Suzanne Nimocks. Directiva en la consultora McKinsey & Company hasta 2010. Esta empresa ha sido acusada de ser una de las causantes de la gran crisis económica de 2007, al animar a la banca a financiar sus balances con deudas. Esta firma también ha sido acusada de colaborar con el gobierno de Arabia Saudí, que es uno de sus mayores clientes, mediante la identificación de disidentes que posteriormente fueron ejecutados.

Karel de Gucht. Ministro de Asuntos Exteriores (2004-2009) y viceprimer ministro de Bélgica, miembro del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas (2007-2008), además de Comisionado Europeo para Ayuda Humanitaria (2009-2010) y de Comercio (2010-2014). Un gran defensor del TTIP, se dio por vencido cuando Donald Trump llegó a la presidencia de Estados Unidos. En 2009 fue acusado de utilizar información privilegiada en la venta de acciones de Fortis aunque finalmente el caso fue sobreseído.

Michel Wurth. Procede de Arbed, empresa en la que participaba desde 1979, y, tras la fusión de esta con Aceralia y Unisor, de Arcelor, la compañía resultante de la unión. Es miembro del consejo del Banco Central de Luxemburgo y director de BLG BNP Paribas. Según su LinkedIn, es presidente de la Cámara de Comercio de Luxemburgo

Karyn Ovelmen. Trabajó durante 12 años con PriceWaterHouse, especialmente en auditoría de empresas energéticas.

Otros nombres anteriores:

Guillermo de Luxemburgo. El príncipe heredero del trono de Luxemburgo estuvo en el consejo de administración de ArcelorMittal y actualmente continúa en la empresa, pero en su filial luxemburguesa.

Lewis B. Kaden. Fue exvicepresidente y miembro del consejo de administración de Citigroup y miembro del Council of Foreign Relations, un think tankcon sede en EEUU. También ha pasado por el consejo de administración. También es miembro de la Comisión Trilateral.

Wilbur L. Ross. Nombrado por Donald Trump secretario de Comercio de Estados Unidos en febrero de 2017, fue entonces cuando abandonó el consejo de administración de ArcellorMittal. En 2002 fundó el International Steel Group, tras comprar activos de varias compañías en quiebra. Tres años después le vendió el negocio a Mittal por 4.500 millones de dólares, la mitad en acciones.

Antoine Spillmann. Cofundador de la organización Swiss Respect, creada con el objetivo de defender el sistema legal y financiero de Suiza, país considerado como un limbo fiscal. Casualmente, representaba a José María Aristrain —hoy en espera de juicio por evasión fiscal— en el consejo de administración de ArcelorMittal.

Narayanan Vaghul. En 1978 fue director ejecutivo del Banco Central de India. En 1985 lideró la Corporación de Crédito Industrial e Inversión de India (ICICI). Con él al frente, pasó de ser una institución pública al mayor banco privado del país.

José Ramón Álvarez Rendueles. Era uno de los 18 miembros que el consejo de dirección de ArcelorMittal tuvo desde la fusión en 2006 hasta 2010. Antes de la fusión fue vicepresidente mundial de Arcelor y presidente de Aceralia, de cuya privatización fue el principal gestor. Ha saltado del ámbito público al privado, con, entre otros cargos, el de secretario de Estado de Economía (1977-1978) o gobernador del Banco de España (1978-1984). También fue presidente del Banco Zaragozano (1986- 1997), que fue absorbido en 2003 por Barclays, y de la Fundación Príncipe de Asturias (1996-2008). Además, fue consejero externo y presidente de la Comisión de Nombramientos y Retribuciones de Mediaset (hasta mayo de 2018) y presidente de ArcelorMittal España. Hoy preside Sanitas y Peugeot Citröen Automóviles España.

Dirección general de ArcelorMittal

Aditya Mittal. Heredero del imperio Mittal. Presidente, consejero delegado y director de finanzas de ArcelorMitall Europa.

Gonzalo Urquijo. Fue miembro de la dirección general de ArcelorMittal y presidente de ArcelorMittal España hasta que en 2017 dejó la siderúrgica para centrarse en Abengoa, de la que fue nombrado presidente ejecutivo un año antes. La entrada de Urquijo en la compañía se remonta a 1992, cuando se incorporó al Grupo Aristrain como director financiero y consejero. Tras la compra por parte de Aceralia pasó a ser su director general financiero, y después directivo en Arcelor, donde ocupó el mismo cargo de director general financiero desde 2005, el año anterior a la opa por parte de Mittal. Es miembro del consejo de administración de Fertiberia (líder en fertilizantes en la Unión Europea)  —donde ha compartido sala con Juan Villar Mir y su yerno, Javier López Madrid­, y de Gonvarri-Gestam, siderúrgica de la principal fortuna vasca, la familia Riberas. En febrero de 2016 fue nombrado consejero del Grupo Vocento.

Principales accionistas

José María Aristrain. Era el primer accionista individual de Arcelor cuando la empresa europea se fusionó con Mittal. Entonces contaba con un 3,5% de su capital, solo por detrás del Estado de Luxemburgo. Estas participaciones derivaban del 11% que contaba en Aceralia, su predecesora. Hoy está a la espera de juicio por simular vivir en Suiza para no pagar impuestos por su fortuna.

Juan Villar Mir. En la actualidad es el presidente del grupo OHL, llegó a Altos Hornos de Vizcaya (predecesora de Arcelor) tras ocupar varios cargos en el régimen franquista. De ser funcionario en el Puerto de Cádiz en 1958, pasó a ser subdirector general de Puertos y Señales Marítimas y más adelante director general de Empleo en 1964 y presidente del Fondo Nacional de Protección del Trabajo en 1967. Tras su paso por AHV continuó la carrera política como ministro de Hacienda en 1975, tras su nombramiento por Carlos Arias Navarro. Once años después, en 1987, compró la constructora Obrascón a AHV por el precio simbólico de una peseta y, sobre ella, construyó el grupo OHL. Fue consejero externo de ArcelorMittal España hasta que, en 2017, Urquijo dejó la sociedad.

Juan Lladó Arburua. Vicepresidente de Técnicas Reunidas, de la que su padre, José Lladó, tiene un 44,79% de participaciones. Su familia ha estado ligada a la economía y política española: su padre fue ministro de Transportes y Comunicaciones, y de Comercio entre 1976 y 1978, y después embajador de España en Washington; su abuelo fue presidente del Banco Urquijo, y su bisabuelo fue diputado en los años 10, 20 y 30. Fue consejero de ArcelorMittal España entre 2012 y 2017.

Christian Gut Revoredo. Primogénito de Helena Revoredo, presidenta de Prosegur y la undécima fortuna de España según Forbes—por delante de Florentino Pérez—. Está casado con la prima de Juan Lladó, con quien compartió consejo de administración de ArcelorMittal España hasta 2017. Es consejero delegado de Prosegur.

[DOSSIER]: El gigante del acero que se comió a Arcelor

arcelormittal

ArcelorMittal es la primera empresa siderúrgica a nivel mundial. Con una producción de 97,03 millones de toneladas producidas en 2017 —último año del que tiene datos la Asociación Mundial del Acero—, es también la única con sede en la Unión Europea (en Luxemburgo) de entre las diez primeras productoras. 

Según señala la compañía, alrededor del 38% de su producción se fabrica en América, el 48% en Europa y el 14% restante en Kazajistán, Ucrania y Sudáfrica. Nacida de la fusión de la europea Arcelor y de Mittal Steel —fundada en Calcuta (India)—, ArcelorMittal tiene presencia en más de 60 países de cinco continentes, entre ellos España, donde a día de hoy mantiene 11 plantas.

 En 2018, sus plantas en España produjeron 6,1 millones de toneladas de acero, el 42,7% de los 14,3 millones de toneladas totales producidas en el país.

Sexta en el Ibex35cotiza en las bolsas Euronext (Ámsterdam), en la de Luxemburgo, Nueva York y Madrid. Sus participaciones, aunque bien valoradas por el índice bursátil español, son de las que menos dividendos reparten. Fue en mayo de 2018 cuando ArcelorMittal empezó a repartir beneficios entre sus accionistas, concretamente ocho céntimos por cada una de los mil millones de participaciones en las que se estructura la empresa.

Según las cifras que presentó a inversores en 2019, la compañía acumula una deuda neta de 10.200 millones de dólares a fecha del 31 de diciembre de 2018, una cantidad grande en comparación con los beneficios conseguidos por la compañía —10.300 millones de dólares antes de impuestos en 2018—, lo que ha llevado a que las agencias de calificación Moody’s y Fitch considerasen las emisiones de deuda de ArcelorMittal como de “grado especulativo”.

Para la otra gran calificadora, Standard & Poor’s, dichas emisiones están al límite de la especulación. El objetivo de la multinacional sería rebajar la deuda hasta los 6.000 millones de dólares (85.294,74 millones de euros). Y, para ello, se ha gastado 1.800 millones de euros en la compra de la acerera italiana Ilva, de la que afirma que mantendrá los 13.800 puestos de trabajo, promesa que también hizo en 2006, cuando Mittal presentó la OPA sobre Arcelor que daría lugar a ArcelorMittal, y que no impidió que en 2013 la empresa cerrara su planta en Florange (Francia).

Su división europea comenzó a bajar beneficios a mediados de 2018 debido, según la propia multinacional, a los aranceles impuestos por Estados Unidos a las importaciones y por el aumento de las importaciones de acero asiático en Europa. También por la bajada de la demanda relacionada con la industria del automóvil. La Unión Europea ha adoptado una postura proteccionista: ha impuesto aranceles a las importaciones de acero, dificultando así la competencia con ArcelorMittal.

La expansión de este gigante de la siderurgia—primero como Ispat, después como Mittal Steel y, a partir de 2006, como ArcelorMittal— comenzó en los años 1980. La estrategia de Lakshmi Mittal, su fundador e hijo del propietario de otra gran siderúrgica india que sigue siendo la quinta en producción de su país, consistía en la adquisición de factorías que eran privatizadas. Para ello contó —y cuenta, ya que el último préstamo fue otorgado en 2018— con el apoyo del Banco Mundial, a través de su brazo privado, la Corporación Financiera Internacional, y del Banco Europeo para la Reconstrucción y Desarrollo, que le dieron préstamos ventajosos para la compra y reforma de algunas de las principales empresas siderúrgicas de la antigua Unión Soviética tras la caída del muro de Berlín.

En 2005, Mittal produjo 63 millones de toneladas de acero y Arcelor, 46,7 millones. Ocupaban respectivamente el primer y segundo puesto del ranking mundial de productoras de acero, según el informe presentado en 2007 por el Instituto Internacional del Hierro y Acero. La oferta pública de adquisición lanzada sobre Arcelor en 2006 y la siguiente fusión entre las dos empresas convertiría a ArcelorMittal en el líder indiscutible del acero a nivel mundial.

*Los cambios de divisa de dólares a euros citados son a fecha de las operaciones a las que hacen referencia

FICHA TÉCNICA

NombreArcelor Mittal S.A.
ActividadProducción de acero
PresidenteLakshmi N. Mittal. La sociedad cabecera de ArcelorMittal en España, ArcelorMittal Spain Holding SL, está presidida por Jesús Izcue Irigoyen
Sede socialCiudad de Luxemburgo (Luxemburgo)
Ingresos76.033 millones de dólares (67.550 millones de euros) en 2018 
Beneficio neto5.149 millones de dólares (4.574 millones de euros) en 2018
Margen de beneficio neto6,77%
Plantilla209.000 personas a nivel mundial a diciembre en 2018 (8.605 empleados en España, más 2.379 subcontratados a diciembre de 2017)
Número de plantasEn la actualidad, ArcelorMittal tiene 11 plantas industriales en
España más otros 17 centros de distribución. En todo el mundo  tiene más de 200 plantas de producción, a las que se suman 26
explotaciones mineras, cerca de 300 oficinas comerciales o de
distribución y 12 centros de investigación.

Diez años de ERTE en el corazón laboral asturiano

trabajadores de ArcelorMittal

Los años 90 pasaron y la plantilla de ArcelorMittal en España dista mucho de los cerca de 30.000 trabajadores que llegaron a sumar AHV y Ensidesa, sus antecesoras, en aquella década. Aun así, la gran siderúrgica mundial aparece en el puesto 55 de las empresas con mayor número de empleados en España, según información recabada por la web Einforma referente al año 2016. Según este portal de empresas, aquel año ArcelorMittal contaba con 6.800 trabajadores, pero la compañía cifra en 8.720 el número de trabajadores en España en 2016, a los que suma otros 2.101 subcontratados.

En 2017 la plantilla la formaban 8.605 personas, más otros 2.380 subcontratados. La mayoría de ellos residen en Asturias, donde la empresa es, desde hace décadas, la máxima generadora de empleo. El resto se divide entre las plantas que la multinacional tiene en Bizkaia, Gipuzkoa, Navarra, Zaragoza y Valencia. Hace ya una década que en todas estas instalaciones está en vigor un expediente de regulación de empleo temporal (ERTE), que se ha ido prorrogando periódicamente y que se mantiene hasta 2022.

La última prórroga del ERTE, anunciada a finales de 2018, afecta a más de 1.600 trabajadores y está motivada, según la empresa, por la bajada de demanda del sector automovilístico y el aumento de las importaciones de acero en la Unión Europea desde Turquía. También pesan otros factores de riesgo como el Brexit, la situación de los presupuestos en Italia, el riesgo de carrera comercial, la “sobrecapacidad de China”, la pérdida de competitividad por el incremento de los costes vinculados a las emisiones de CO2 y las caídas de la empresa en los mercados bursátiles. Desde el departamento de comunicación de la multinacional desconocen si la situación será temporal o más prolongada.

“Es una situación que entendemos que puede ser coyuntural, y el uso de esta herramienta [el ERTE] es un mal menor”, afirma José Manuel Castro, secretario general de CCOO en ArcelorMittal. Castro explica que el plan de acompañamiento social que aceptó la empresa comprende un complemento de hasta el 90% del salario y el 100% de las pagas extras, además de las vacaciones. “Juntando las pagas, se pierde solo un 6% o un 7% del salario, y se evita que se tenga que despedir a eventuales”, añade.

Las cuentas de ArcelorMittal, sin embargo, no bajan. En 2018 sus beneficios aumentaron el 22,1% y además compró la principal siderúrgica italiana, Ilva, con la que ha acordado mantener a los 10.700 trabajadores que componen su plantilla.

“El ERTE está regulado legalmente y la compañía puede aplicarlo. Además, desde 2012 hay una legislación más laxa con las empresas por la que, con la simple previsión de pérdidas, cualquiera puede aplicar un ERTE”, continúa Castro. Desde otros sindicatos como CGT y LAB consideran la nueva prórroga del ERTE como “una especie de abuso”. “Llevamos desde 2009 con prórrogas. En su momento los números que presentaron eran adecuados, pero ahora la empresa no ha tenido que presentar ninguna documentación para demostrar que es necesario por una cuestión económica”, denuncia Vicente Vila, delegado de CGT en ArcelorMittal en Sagunto (Valencia). 

Jonan Goñi, de la Federación del Metal del sindicato LAB, destaca que varias de las personas que en 2009 firmaron el ERTE hoy carecen de ningún cargo sindical. “Se trata de un ERTE que arrastramos desde 2009, y eso, más allá de que pueda ser más o menos legal, es poco ético o moral”, apunta.

Menos plantilla en España

El número de trabajadores de ArcelorMittal en España está a la baja. Así lo muestran los datos de la propia empresa publicados en las sucesivas memorias anuales. De los 9.875 empleados que tenía en 2012 pasó a 9.390 en el año 2015. A partir de entonces se acentuó un poco más la destrucción de empleo, con una plantilla en 2016 de 8.720 trabajadores. En 2017, el último año del que hay datos cerrados, contaba con 8.605. Una caída discreta, pero constante. En los mismos años, el número de subcontratados  mantuvo un ritmo mucho más lento, pero ascendente: de los 1.935 que había en 2012 se pasó a los 2.379 de 2017.

“Desde 2013, la plantilla en Asturias se mantiene estable, incluso ha aumentado”, afirma Castro. A sus 50 años, este sindicalista trabaja en la factoría de Avilés desde hace casi dos décadas. “En otras plantas sí es cierto que ha habido pérdida de empleo, se han cerrado fábricas enteras, como la de Villaverde. O usan ETT para las contrataciones, pero Asturias es una especie de oasis en contraposición a lo que ocurre en otras plantas de ArcelorMittal”. La multinacional cuenta con dos factorías en el Principado, ubicadas en Avilés y Gijón.  

Entre ambas suman 16 kilómetros de instalaciones que incluyen tres embalses y dos salidas a puerto. En ellas trabajan cerca de 6.000 personas a los que se suman el 70% de los cerca de 2.500 trabajadores de la industria auxiliar de la siderurgia en Asturias, según cifró en diciembre la secretaria general de la patronal del metal asturiana Femetal, Marisa Pérez. En la actualidad, las dos plantas tienen una capacidad de producción de cinco millones de toneladas de acero cada año. Gran parte son los llamados ‘productos planos’, como la hojalata usada para las latas de conserva y refresco.

Las nuevas inversiones emprendidas por ArcelorMittal hace que se espere incluso un aumento del trabajo: mejoras en la acería de Avilés —que este año afronta la segunda fase de reformas—, nuevas baterías de cok en Gijón, inversiones en el tren de chapa y en el de carril… 

El País Vasco es la segunda comunidad que concentra más trabajadores de ArcelorMittal, aunque el personal aquí no ha dejado de menguar. “Desde 2007, cuando Mittal compró las plantas de Arcelor, la plantilla ha bajado más del 55%. Es decir, por cada dos puestos de trabajo se ha perdido uno”, explica el sindicalista Jonan Goñi. Pese al ERTE, desde 2009 ArcelorMittal ha prescindido de 915 trabajadores en sus factorías vascas. “Eso da una idea del abuso que es aplicar el ERTE: son medidas excepcionales previstas en la legislación para evitar decisiones traumáticas como son los despidos. Y en las plantas del País Vasco se está destruyendo empleo”, prosigue. 

De ese cerca de un millar de puestos de trabajos perdidos, algo más de 300 fueron en la planta de Zumárraga, en Gipuzkoa. El municipio, cuya economía dependía en gran medida en ArcelorMittal, recibió un duro golpe cuando en 2016 la empresa decidió cerrar la factoría. Hasta entonces especializada en productos siderúrgicos largos destinados a la construcción. Tenía 350 trabajadores en plantilla y otros 200 puestos de trabajo dependían de forma indirecta de esta actividad.

La historia de la planta de Zumárraga es el triste ejemplo de la siderurgia peninsular. De los 3.000 trabajadores que llegó a tener cuando aún operaba bajo el nombre de Esteban Orbegozo, se pasó a unos cientos cuando se integró en Aceralia. Desde marzo de 2016 se ha convertido en un almacén de chatarra. El mismo destino que tuvo, un año antes, la única planta de producción de Arcelor en Madrid, la de Villaverde.

En Guipuzkoa continúan activas otras dos plantas, la de Olaberria —cuyos orígenes se remontan a la Corporación Aristrain—, y la de Bergara, que en 2017 vio perder 40 de sus 150 empleos. Entre las dos suman actualmente 530 trabajadores.

“Más que destruir, lo que se está haciendo es precarizar el puesto de trabajo”, explica Goñi sobre los otros 600 empleos perdidos en País Vasco. Señala que, mientras la empresa destruye puestos de su plantilla directa, ha ido subcontratando a trabajadores de forma masiva, “con condiciones laborales sensiblemente peores, o incluso procedentes de ETT”.

La planta de Etxebarri, que data de la los años 60, cuando Altos Hornos de Vizcaya (AHV) dominaba la siderurgia estatal, fue el escenario de la huelga más larga que sufrió el régimen franquista, conocida como “Huelga de Bandas”. Entonces la plantilla ascendía a 960 trabajadores, de los que más de 800 participaron en la protesta y 564 fueron despedidos. El paro se prolongó durante seis meses. Hoy, la plantilla de Etxebarri es de 370 personas

La historia de la planta de Sestao también se remonta a AHV. Fue cerrada en 1996 por el Ministerio de Industria y reabierta un año después con dinero del Gobierno vasco, que mantuvo hasta 2011 el 11% de su capital. Hoy mantiene 200 puestos de trabajo de los 300 que tenía hasta 2015.

En Zaragoza, tras vender a la compañía gallega Megalsa su fábrica de productos largos, ArcelorMittal mantiene la planta Tailored Blank, en Pedrola, dedicada a la fabricación de piezas de automóvil, y a la que quieren enfocar al coche eléctrico. Su plantilla pasó de sobrepasar levemente el centenar de trabajadores en 2016, a los 92 del pasado año, cuando la matriz anunció que invertiría tres millones de euros en la planta.

En Navarra, en 2017 ArcelorMittal compró las factorías de Lesaka y Legasa, que producen chapa galvanizada y dan trabajo a unas 260 personas.

En Sagunto a día de hoy son poco más de 700 los trabajadores que componen la plantilla, pero llegaron a ser más de 1.200. Vicente Vila trabaja en estas instalaciones desde 2001 y sí que identifica cambios en las condiciones laborales desde que Arcelor fue adquirida por Mittal, sobre todo a partir de la reforma laboral de 2012: “Dio unas herramientas a las empresas para que hagan lo que quieran”. Vila denuncia el aumento en la carga de trabajo en estos 18 años, a pesar de la automatización de muchos empleos. “Hemos pedido controles psicosociales para que se evalúe el nivel de estrés, que es mucho mayor que antes”, continúa. Un estrés que vendría ocasionado por la bajada de plantilla.

Otros 29 trabajadores subcontratados en la planta de Sagunto han denunciado tanto a ArcelorMittal como a la empresa de la subcontrata, Serpusa, que funciona como ETT. Muchos de ellos trabajan desde hace 20 años para ArcelorMittal con jornadas de 28 o 29 días al mes, sin derecho a vacaciones ni a pagas extras. “Entienden, y nosotros también, que es una cesión ilegal de trabajadores”, explica Vila. El conflicto ha acabado en los tribunales.

Siniestralidad laboral

El año 2019 comenzó con una muerte en una de las plantas españolas de ArcelorMittal. Tenía 54 años. Acudió al equipo médico de la empresa al sentirse indispuesto y le derivaron al hospital, donde murió. Es uno de los llamados “accidentes mortales no traumáticos”, al no estar relacionados con golpes. Uun tipo de siniestros que, según el sindicato ELA, va en aumento y se relaciona con el aumento de la precariedad y las malas condiciones de trabajo. En 2017 y 2018, ArcelorMittal no registró ningún accidente mortal en sus instalaciones en España. Desde la empresa señalan que el índice de frecuencia, que mide el número de siniestros con baja laboral por cada millón de horas trabajadas, fue del 0,99 en 2016, algunas centésimas menos que en 2017 —1,07— pero, según se puede ver en la última memoria publicadade la empresa, cinco centésimas más que en 2015. 

“Por suerte o por desgracia, a mí me tocó vivir cuatro accidentes mortales en esta fábrica, y desde entonces han mejorado muchas cosas”, afirma Castro sobre la acería de Avilés. El sindicalista cifra en 481 los trabajadores fallecidos en las instalaciones de ArcelorMittal en todo el mundo desde 2006, año de la fusión entre Arcelor y Mittal. “El año pasado fueron 10 [ninguno en España], frente a los 23 de 2017, pero siguen siendo números inadmisibles”, continúa.

El trabajo en el metal es uno de los sectores que presenta más peligrosidad. Según el último Informe anual de accidentes de trabajo,de 2017, elaborado por el Ministerio de Trabajo, Migraciones y Seguridad Social, el sector de la metalurgia tuvo un índice de incidencia de accidentes en España de 7.651 —por cada 100.000 trabajadores—, un 6,8% más que en el año anterior. Es el octavo sector, de un total de 44, con más accidentalidad, y el sexto que más ha subido entre 2016 y 2017.

“Más allá de que es una actividad muy agresiva, en la que los accidentes conllevan consecuencias graves, se han hecho mejoras en cuanto a la formación, pero nunca es suficiente”, continúa Castro. “En Asturias hemos mejorado, pero seguimos a veces teniendo suerte en según qué facetas, y la suerte en la prevención de riesgos laborales no es un factor muy fiable ni muy a tener en cuenta”.

En noviembre de 2018 falleció un empleado de una de las subcontratas de la empresa —Acciona-Jofrasa— encargada de la limpieza de las instalaciones de ArcelorMittal en Avilés. En enero de 2014, otro trabajador subcontratado murió tras sufrir quemaduras en la misma planta. Cuatro meses antes perdió la vida otro trabajador —subcontratado a través de la Unión Temporal de Empresas TSK-Isastur— al impactarle una grúa, también en Avilés.

Las plantas de ArcelorMittal en País Vasco también han sido escenario de varias muertes en los últimos años, además de la que tuvo lugar en enero de 2019 en Etxebarri. La ya cerrada planta de Zumárraga contó la muertes de tres trabajadores en solo cinco años. El último, de 39 años, en junio de 2015, falleció tras caer desde una grúa a una altura de 12 metros. Un año antes, otro trabajador moría al ser atropellado por una carretilla, y, en 2011, otro más al caérsele encima unas barras de hierro.“En las plantas de ArcelorMittal hay accidentes laborales, aunque luego se quieran ocultar”, afirma Goñi. “Una acería es un entorno peligroso, y las condiciones, cada vez más precarias, también influyen”, concluye.

Comprar, exprimir, vender: ArcelorMittal se expande a partir de las privatizaciones que siguieron a la caída del muro de Berlín

trabajadores de ArcelorMittal

El imperio de ArcelorMittal alcanza a más de medio centenar países en cinco continentes, con 538 plantas de producción, minas y oficinas comerciales, según la página web de la compañía —que no está actualizada ya que todavía contempla instalaciones cerradas, como la de Zumárraga, en Gipuzkoa—. En Europa cuenta con 65 plantas de producción —de las que 17 están ubicadas en Francia— y en América posee 77 plantas y 11 minas, la mayoría de ellas situadas en Estados Unidos, México, Canadá y Brasil.

No es una fortuna que haya creado Lakshmi Mittal de la nada. Mittal es heredero de una saga familiar dedicada al negocio de la siderurgia que empezó con su padre, Mohan Lai Mittal, quien en los años 60 fundó la hoy llamada JSW Ispat Steel, que se mantiene entre los principales productores en India. Lakshmi no ha abandonado su país natal y en la actualidad, según aparece en su web, mantiene dos plantas productivas y ocho oficinas comerciales. Además, está en negociaciones con el Gobierno regional de Odisha para la creación conjunta de una mega planta para la producción de acero, un acuerdo que fue precedido de protestas por parte de la ciudadanía por los desalojos que la nueva central podría ocasionar.

Ispat fue la empresa en la que comenzó a trabajar Lakshmi, hasta que en 1995 decidió separar sus negocios de los de su familia, desarrollando por su cuenta la que en principio había sido la rama internacional de Ispat. Con él se llevó Ispat Indo —que fundó en 1976—, después llamada Ispat International y, unos años más tarde, Mittal Steel.

Trinidad y Tobago, 1989

En los años siguientes, aprovechó la ola de privatizaciones que caracterizó la década que siguió a la caída del muro de Berlín. La siguiente fue la planta de Point Lisas, en Trinidad y Tobago. Primero la alquiló en 1989 y después, en diciembre de 1994, la compró. La privatización de la fábrica, fundada como empresa pública en 1980, fue una de las condiciones que impuso al país el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial por la financiación prestada pocos años antes.

Fue un chantaje que estuvo sujeto a polémica y que provocó la dimisión de un alto cargo del FMI al considerar que esta entidad había exagerado los problemas de la economía del país, para impedir que sus autoridades pudieran pedir financiación privada. La privatización fue un chollo: 70 millones de dólares —frente a los 460 millones que le costó al país ponerla en marcha— y, además, un préstamo en condiciones ventajosas de la Corporación Financiera Internacional (IFC, por sus siglas en inglés), brazo privado del Banco Mundial. 

Informes de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) señalan cómo, desde que Ispat entró en la fábrica, aumentaron los accidentes graves entre su plantilla. En febrero de 2016, ArcelorMittal ejecutó en el país un expediente de regulación de empleo temporal (ERTE) para 494 de sus trabajadores. Un mes después, anunció el cierre definitivo de la planta: despidió a más de 600 personas y otras 2.000 que trabajaban indirectamente para la fábrica acabaron en la calle.

Kazajistán, 1995

En 1995, la aún llamada Ispat International llegó a Kazajistán, donde posee la mayor parte de sus minas. Para ello aprovechó la privatización de la principal planta siderúrgica del país. Pagó 250 millones de dólares por la compra, que venía acompañada de exenciones fiscales. La instalación, localizada en Termitau, una población de 170.000 habitantes situada en la región de Karaganda, cubría 5.000 hectáreas y tenía una capacidad de producción de 5,5 millones de toneladas anuales de acero. Por aquel entonces, contaba también con ocho minas —ahora ArcelorMittal tiene 13 en Kazajistán—. El negocio estaba enfocado a la exportación a Rusia, Irán y China. En 2001, el complejo siderúrgico daba trabajo a 29.000 trabajadores. En 2005, a 55.000 personas.

Como en el caso de Trinidad y Tobago, la compra estuvo acompañada de préstamos ventajosos por parte de la IFC —en la primera década—, y también del Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo (EBRD), a partir de 2015. En total recibió 952,7 millones en préstamos.

Además del aumento de la producción, otros de los objetivos de esos créditos —sobre el papel— eran la adecuación de las instalaciones a los estándares de respeto a medio ambiente, salud y seguridad. Sin embargo, son varios, y muy graves, los accidentes laborales que ha habido en las instalaciones de ArcelorMittal en Kazajistán: 41 personas murieron por la explosión en la mina de Lenina en septiembre de 2006, un siniestro provocado por las prácticas negligentes en seguridad de la multinacional. Este episodio fue seguido de la primera huelga en la empresa para reclamar un aumento del salario —en base al tiempo pasado en la mina y no por el peso del carbón extraído—, por lo que se consiguió el aumento a 800 euros al mes. Dos años después, otro accidente, esta vez en la mina de Abaiskaya, acabó con la vida de 30 personas.

Las plantas de ArcelorMittal en Kazajistán cuentan también con 2.000 trabajadores subcontratados con un salario de entre 100 y 115 euros al mes, según denuncia Industriall Global Union. En 2016 estuvieron varios meses sin cobrar debido a las deudas que ArcelorMittal había contraído desde hacía tres años con las empresas subcontratadas. En diciembre de 2017, los trabajadores de Termitau fueron de nuevo a la huelga para reclamar un aumento salarial. Hasta 654 mineros de ocho minas de carbón hicieron una protesta bajo tierra que duró varios días, hasta que los tribunales ordenaron el fin del paro. En febrero de 2018, los huelguistas recibieron una citación judicial, acusados por ArcelorMittal de desestabilizar a la empresa.

Estados Unidos, 1996

Un año después de su llegada a Kazajistán, Mittal comenzó su expansión por otro de los países donde acumula más plantas: Estados Unidos. A día de hoy, según su web, ArcelorMittal tiene repartidos por EEUU un total de 14 oficinas comerciales, 23 plantas productivas, tres minas y un centro de investigación. El primer centro, comprado en 1998 por Ispat International, fue el Inland Steel Company, que incluía la Indiana Harbor Works —con un siglo de historia y líder en productos automovilísticos, a 30 kilómetros de Chicago— y donde despidió a un quinto de la plantilla, o la mina Minorca, en Virginia.

Siguieron las compras y en 2004 le tocó el turno al International Steel Group, que hasta entonces pertenecía a Wilbur Ross. La compra ascendió a 4.500 millones de dólares (3.576,5 millones de euros). Ross, que pasó a formar parte del consejo de administración de ArcelorMittal, fue nombrado en noviembre de 2016 secretario de Estado de Comercio por el presidente de EEUU Donald Trump

Las actividades de ArcelorMittal en Estados Unidos también están envueltas de problemas por no respetar el medio ambiente, con protestas en 2006 en la acería de Cleveland (Ohio), que ya antes de que pasara a formar parte del grupo era el principal polo de contaminación de la zona.

Rumanía, 2001

A Rumanía, ArcelorMittal llegó en 2001. La compra de la planta de Galati —también la mayor del país— estuvo envuelta en polémicas por el supuesto apoyo que recibió Mittal por parte del entonces primer ministro británico Tony Blair. El caso, apodado por los medios como Mittelgate, relacionaba una carta enviada por Blair a su homólogo rumano para presionarle a que vendiera la acería con unas donaciones recibidas por el Partido Laborista entregadas por Mittal a través de su grupo LNM por 125.000 libras (198.066 euros). En 2005, el magnate del acero anunció que el importe de las donaciones entregadas al partido ascendía a dos millones de libras esterlinas (3,16 millones de euros). En ese tiempo, el número de trabajadores en la factoría había caído de 25.000 a 18.000, y hasta 25 habían fallecido en las instalaciones. En 2018 tan solo quedaban 5.600.

La fábrica de Galati, hasta entonces de capital público, pasó a manos de Mittal después de que el Estado rumano invirtiera 5.000 millones de euros en sanearla. La compra fue aderezada con una exención de impuestos a las importaciones y por beneficios por cinco años, hasta 2005. Mittal se comprometió a invertir 350 millones de dólares en la modernización de la planta. Para ello, el EBRD le prestó 175 millones de euros en una época en el que la planta tenía grandes pérdidas. Galati es una de las áreas más contaminadas de Rumanía. La fábrica es el origen de esta contaminación, aunque algunas de las instalaciones se han reformado y los niveles de polución han mejorado algo, según señalan grupos ecologistas como Earth Friends.

En 2007, esta fábrica vivió su primera huelga general,para reclamar una subida de salarios. Las protestas de los trabajadores de Galati llegaron hasta Bruselas y Luxemburgo, donde tuvieron lugar manifestaciones en la sede de la empresa y de la Comisión Europea. En noviembre de 2018, ArcelorMittal vendió la planta de Galati a Liberty House.

Sudáfrica, 2001

Entre 2001 y 2004, la otra gran adquisición de Mittal fue la Iron and Steel Corporation (ISCOR), la mayor planta siderúrgica de Sudáfrica —el 90% de la producción del país—. “Más que pagar por la compañía, le pagaron para que se la quedara”, explica el informede BankWatch. En 2001, se le dieron a Mittal 1.300 millones de rands (182,7 millones de euros) como resultado de un contrato de gestión. En 2004, el empresario recibió unos dividendos de 3.000 millones de rands (355,3 millones de euros) por unas participaciones que había comprado de ISCOR por valor de 2.000 millones de rands (281,1 millones de euros). 

La contaminación producida por ISCOR, cuyo coste también estaba incluido en el trato con el gobierno sudafricano, hacía años que era un problema. Las instalaciones, construidas durante la Segunda Guerra Mundial, derramaban líquidos contaminantes al canal usado por la población para el riego.

República Checa, 2002

La contaminación generada por ArcelorMittal también es un problema en la República Checa. La multinacional recibió una denuncia colectiva a finales de 2007 por su actitud irresponsable. ArcelorMittal Ostrava, el mayor productor de acero en el país, se creó a partir de Nova Hut, una compañía estatal creada en 1951. Ya entonces existían los problemas de contaminación, pero aumentaron a raíz de su privatización en 2002, cuando se duplicó su capacidad de producción. En los últimos años se han conseguido disminuir los niveles de contaminación.

La compra, por 905 millones de dólares (1.014,5 millones de euros) iba acompañada de una rebaja del 25% en los impuestos medioambientales. Entre 2004 y 2006, ArcelorMittal había despedido a 3.930 trabajadores de la planta. En noviembre de 2018, ArcelorMittal anunció la venta de la planta de Ostrava a Liberty House.

Bosnia Herzegovina, 2004

En 2004, la siderúrgica llegó a Bosnia Herzegovina, donde compró la planta de Zenica, cuya actividad había quedado interrumpida durante varios años por la guerra. Primero compró el 51% de las acciones que tenía el gobierno bosnio por 61,3 millones de eurosa los que se sumaba el compromiso de invertir 283,7 millones de euros en la planta en la siguiente década. Un año después, compró el 41% de las acciones que tenía la Agencia de Inversión Kuwaití, por 72,2 millones de euros.

Además de una planta de producción, ArcelorMittal posee el 51% de las participaciones de las minas de Ljubija, que fueron uno de los escenarios de crímenes de guerra en Bosnia. Fueron usadas como campos de concentración y, según el Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia, 48 fueron asesinadas en Ljubija y al menos 120 fueron asesinadas en Omarska, también de ArcelorMittal. La organización Association of a Camp Survivors ha reclamado a ArcelorMittal que permita que se hagan las exhumaciones antes de que empiecen los trabajos de extracción de hierro. Esta demanda ha sido ignorada a pesar de que, desde Amnistía Internacional, han advertido que estos trabajos en la mina pueden destruir pruebas de crímenes.

Ucrania, 2005

ArcelorMittal llegó a Ucrania en 2005. La filial alemana de Mittal Steel —ya con este nombre— compró el 93,02% de las participaciones de la planta ubicada en Kryvyi Rih por 4.800 millones de dólares (3.537,48 millones de euros). Las instalaciones, cuya historia se remonta a 1934, están ubicadas en una ciudad de 740.600 habitantes. La compra estaba condicionada a realizar una serie de inversiones, para las que tuvo el apoyo, en forma de préstamos ventajosos, del EBRD. Ya en 2006 llegó el primer préstamo de 174,56 millones de euros, para la implementación de un Plan de Acción Ambiental. Entre 2017 y 2018, el EBRD le otorgó préstamos que sumaron otros 525 millones de euros.

De los 56.000 trabajadores con los que contaba la planta antes de la privatización, en 2012 quedaban 38.267, según denuncia el sindicato Industriall Global Union.Ese año se anunció una nueva ola de despidos que afectó a 446 personas. En mayo de 2018, los trabajadores se pusieron en huelga para denunciar la inseguridad de las instalaciones —con trenes que no se renovaban desde la década de los 60, con frenos que no funcionaban y hasta 83 violaciones de las normas de seguridad— y reclamar un aumento de sueldo de 400 a 1.000 euros.

Y llega la opa a Arcelor

Poco después de la compra de la planta ucraniana, Mittal se lanzó contra su competidor europeo, Arcelor. La oferta pública de adquisición (opa) lanzada sobre la compañía creada en 2001 con la fusión de Aceralia, Arbed y Usinor se culminó en 2007, y convirtió a la ahora llamada ArcelorMittal en la mayor siderúrgica a nivel mundial, incorporando a sus activos las plantas que la antigua Arcelor tenía en España, Francia y Bélgica, entre otros países.

Una de las instalaciones anexionadas al gran grupo fue la de Florange, en el noroeste de Francia, cerrada en 2013 con 600 despidos, a pesar del acuerdo alcanzado un año antes entre la compañía y el gobierno de François Hollande para evitar su cierre y mantener los empleos. “Mittal es un tiburón con los dientes hasta aquí, un pachá arrogante que cree que los trabajadores somos súbditos y te hace un favor por pagarte un sueldo. Pero, sobre todo, es un peligro para la industria del acero europea”, señalaba entonces Eduardo Martin, representante de la Federación Metalúrgica de Force Ouvrière, en una entrevista en El País.“No es un industrial, es un financiero. Se compró Arcelor en 2006 sin poner un duro propio y desde entonces no invierte casi nada y ha repartido 19.000 millones de dividendos. Sus deudas las pagamos los obreros”, añadía.

La expansión de ArcelorMittal en Europa sigue en 2018 con la adquisición del Grupo Ilva, formalizada en noviembre de 2018, a través del consorcio Investco Italy. La compra, por 1.800 millones de euros y en la que se asegura el mantenimiento de los 14.000 puestos de trabajo existentes, va unida a una serie de desinversiones. Desde ArcelorMittal ya han anunciado la venta de las líneas acabadoras de Dudelange (Luxemburgo) y Lieja (Bruselas)al grupo Liberty House, al que unos meses antes ya había vendido la planta de Galati (Rumanía) y Ostrava (República Checa), además de las de Skopje (Macedonia) y Piombino (Italia).

*Los cambios de divisa de dólares a euros citados son a fecha de las operaciones a las que hacen referencia

Las mujeres aún son una excepción en ArcelorMittal

mujeres en ArcelorMittal

Solo tres de las nueve personas que componen el consejo de administración de ArcelorMittal son mujeres. Una de ellas es Vanisha Mittal, hija de Lakshmi Mittal, máximo propietario del gigante mundial de la siderurgia y presidente de la compañía. Entre los 7 miembros del consejo de dirección —responsable de llevar a cabo las líneas estratégicas de la multinacional— no hay ninguna mujer. Tampoco hay mujeres entre los 22 miembros del comité de gestión, órgano en el que se reparten las responsabilidades de cada una de las líneas de producción.

En el caso de España, la situación es aún peor. Tan solo una mujer, Paloma Vía Ballesteros, aparece en los consejos de administración de ArcelorMittal España SA (6 miembros) y ArcelorMittal Spain Holding SL (5 miembros). Y su cargo es de vicesecretaria no consejera. Desde la empresa afirman que han comenzado a combatir esta brecha de género a través del Plan de Igualdad —obligado por la Ley Orgánica 3/2007 de 22 de marzo para la igualdad efectiva de mujeres y hombres—, incluido en su último Acuerdo Marco de 2017, donde se establecen medidas para la no discriminación.

La ausencia de mujeres en los espacios de decisión de ArcelorMittal es un reflejo de lo que sucede en el resto de la multinacional. Aunque desde ArcelorMittal España no han facilitado cifras, en la planta de Sagunto (Valencia) trabajan cinco o seis mujeres en el área de producción (de entre 700 trabajadores), según el delegado de CGT, Vicente Vila. Por su parte, José Manuel Castro, de CCOO, estima que el 5% de la plantilla de ArcelorMittal en Asturias está compuesto por empleadas. “El número de mujeres es bajo, pero están en todos los estamentos, tanto a nivel productivo como administrativo: hay gruistas, conductoras de locomotoras… cualquier puesto de trabajo puede ser cubierto por mujeres”, explica Castro, que relaciona la baja proporción femenina en las fábricas con su escasa presencia en los programas formativos de las ramas eléctricas y metálicas. “Son áreas de formación muy masculinizadas, por lo que la entrada principal de mujeres [en ArcelorMittal] se está dando en puestos de jefatura o ingenierías”.

Según la Unión de Empresas Siderúrgicas (UNESID), en 2016 —último dato disponible— en Españasolo el 7,7% de las personas empleadas en el sector eran mujeres. Los datos a nivel mundial no son mucho mejores. Desde el sindicato internacional IndustriALL Global Union, estiman que apenas el 10% de los trabajadores en la siderurgia son mujeres, aunque admiten que falta información al respecto. “Tenemos que trabajar para crear más oportunidades para ellas en esta industria y para que tengan más representación sindical”, afirma Adam Lee, responsable de campañas en el sector del metal de este sindicato.