Cuando, a finales de 2010, se hizo público a través de Wikileaks un documento de febrero de 2009 por el que el Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos incluía el Instituto Grifols como una de las tres infraestructuras críticas para este país en España, junto al Estrecho de Gibraltar y el gasoducto que une Argelia con la península Ibérica, desde la empresa afirmaron que para ellos también fue una sorpresa. Según explicaba entonces El País, el principal interés de Estados Unidos en Grifols se centraba en la gammaglobulina, un derivado de la sangre que la empresa, al menos entonces, solo fabricaba en su fábrica de Parets del Vallès (Barcelona).
Un total de 22 de las 74 sociedades que aparecen en las cuentas de Grifols de 2019 —incluida la Fundación José Antonio Grifols i Lucas— están ubicadas en Estados Unidos, cinco de ellas en un local de un polígono en Vista y otras cuatro en una oficina en la avenida Lillyvale en Los Ángeles, California. En EEUU y Canadá, la empresa sumó el año pasado más de 3.390 millones de euros, un 66,5% de sus ingresos totales.
El 70% de la sangre extraída a nivel global —según afirmaba en 2018 The Atlantic, citando como fuente un documento del Departamento de Salud australiano de 2006— proviene de Estados Unidos, uno de los pocos países donde no está prohibido comprar sangre o plasma. EEUU es el único país autosuficiente en cuanto a esta sustancia, ya que consume un 40% del plasma mundial, por lo que deja un buen margen de este líquido para exportar. Un reportaje de Mint Press publicado el pasado mes de diciembre señala que, entre 2016 y 2017, las exportaciones de sangre en Estados Unidos aumentaron en más de un 13%, hasta alcanzar los 28.600 millones de dólares. Según el Observatory of Economic Complexity, en 2018 este tipo de transacciones suponían en 2017 el 2,3% del total de exportaciones estadounidenses.
Ese año, el principal país destinatario de esa sangre fue Alemania, con un 10,4%, seguida de Países Bajos (10%), Italia (9,58%), Suiza (8,8%), Bélgica-Luxemburgo (7,79%), Japón (7,19%), Canadá (4,85%), Irlanda (4,43%), China (4,22%) y Austria (3,81%). A España llegó un 3,3%. Grifols fue una de las principales empresas que se encargaron de la extracción y venta, tanto de la sangre que se quedó en Estados Unidos como la que viajó fuera de sus fronteras.
De los 295 centros de extracción de plasma que Grifols tiene en todo el mundo, 252 están en EEUU. En el país también dispone de 15 instalaciones industriales en California, Colorado, Carolina del Norte y Tennessee, según explica la empresa en sus cuentas de 2019.
Las personas que se presentan son una mezcla de discapacitados, trabajadores pobres, gente sin hogar, padres solteros y estudiantes universitarios”, explica el reportaje de Mint Press sobre los donantes de plasma que acuden a Grifols. En este reportaje se cita una campaña llevada a cabo por la empresa catalana en 2017 y que tenía a los estudiantes como público objetivo. “Need books? No worries. Donate plasma” (¿Necesitas libros? No te preocupes. Dona plasma), es la frase que encabeza el cartel, en el que se prometen ingresos de hasta 365 dólares el primer mes, sin especificar cuántas sesiones de donación supondría alcanzar esa suma.
La presencia de Grifols en el ámbito de las donaciones de plasma en Estados Unidos se puede remontar a los años 60, cuando se asoció con la americana Dade Reagents, encargada de gestionar bancos de sangre en este país. Fue en 1995 cuando Grifols se convirtió en la primera empresa fuera de Estados Unidos en conseguir una licencia de la Food and Drug Administration (FDA) para abrir instalaciones y fabricar un producto biológico en este país, la albúmina, una proteína que se encuentra en la sangre y que a nivel médico se usa para restablecer el volumen sanguíneo en pacientes que han perdido sangre.
Pronto comenzó su expansión por Estados Unidos con la compra de la compañía SeraCare —actualmente Biomat— y sus 43 centros de donación en 2002. Un año después, Grifols compró la que hacía décadas había sido su primera socia internacional, Alpha Therapeutic Corporation-Mitsubishi, y su planta de fraccionamiento de plasma en Los Ángeles. Pero la subida al podio de las principales empresas mundiales de hemoderivados llegó en 2010 con la compra del gigante estadounidense Talecris.
Por entonces, Grifols ocupaba, según explica el documento explicativo de la compra que la empresa catalana elaboró para presentarla ante accionistas e inversores, el quinto puesto mundial por facturación en el sector de los hemoderivados, con 1.260 millones de dólares en 2009. Talecris ocupaba el tercer puesto, con 1.533 millones de dólares. La unión de estas corporaciones daría a la nueva Grifols el tercer puesto en el sector, acercándose mucho al segundo.
En 2014, Grifols anunció la construcción de una nueva planta industrial de fraccionamiento de plasma que preveía estar operativa en 2015. Esta planta de fraccionamiento iba a ser, según la compañía, la más grande del mundo, al aumentar la capacidad de la multinacional en 3,2 millones de litros de plasma anuales. De esa manera, alcanzaría los 6 millones de litros. La planta industrial se está construyendo en Clayton (Carolina del Norte), con una inversión inicial de 260 millones de euros, ocupará una superficie de 14.400 metros cuadrados y empleará a más de 200 personas. Pero los planes se han retrasado. Según cita Grifols en sus cuentas de 2019, la nueva fecha en la que esperan que la planta de Carolina del Norte está operativa es 2021.
Y las compras siguieron. En enero de 2017, Grifols adquirió la unidad de diagnóstico transfusional de tecnología NAT de la estadounidense Hologic por un total de 1.865 millones de dólares. El 1 de agosto de 2018, Grifols compró, a través de su filial en Estados Unidos Grifols Shared Services North America, Inc., el 100% de las acciones de Biotest US Corporation por por un precio de 286,45 millones de dólares. Con sede en Boca Ratón (California), Biotest tenía entonces 22 centros de donación de plasma —24 según las cuentas de 2019 de Grifols—, además del 41% de las acciones de ADMA Biologics Inc, según el informe de la Comisión Federal de Comercio, institución que finalmente prohibió a Grifols hacerse con participaciones de ADMA y a diversificar sus centros de donación en Estados Unidos para que la empresa catalana no se hiciera con el monopolio del sector en Lincoln (Nebraska), Augusta (Georgia) y Youngstown (Ohio), donde ADMA y Grifols eran las únicas empresas dedicadas a las donaciones de sangre.
Cuatro meses más tarde, Grifols vendió Biotest —y la alemana Haema— a Scranton Enterprises B.V. por el mismo precio por el que Grifols la había comprado con anterioridad. Según la última información de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), relativa el gobierno corporativo de Grifols en el ejercicio 2019, en ese año Scranton era el segundo mayor accionista de Grifols, con el 9,67% de los derechos de voto atribuibles a acciones.
Entre los accionistas de Scranton aparecen, según el mismo documento, Raimon Grifols Roura —actual consejero delegado de Grifols y también accionista de Deria S.A., que a su vez es el mayor accionista de Grifols—, Ramón Riera Roca —consejero externo de Grifols—, Tomás Dagá Gelabert —vicesecretario consejero de Grifols, consejero en ocho filiales de Grifols en Delaware, Carolina del Norte, Zaragoza, California y Dublín, y socio del bufete de abogados Osborne Clarke, que presta servicios legales y fiscales al grupo Grifols— y Víctor Grifols Roura, presidente no ejecutivo de Grifols.
Según explica la empresa en sus cuentas de 2019, “existe un compromiso de Grifols para prestar servicios de apoyo en el negocio de recolección de plasma de los centros de donación para su posterior venta y así asegurar que dichas sociedades seguirán operando efectivamente, además de asegurar la continuidad y crecimiento de dichas sociedades”. También se señala que el plasma de ambas entidades —Biotest y Haega, propiedad de Scranton— “será en su práctica totalidad para cubrir las necesidades de Grifols”.
Grifols también participa en los programa de seguro sanitario Medicaid —para personas sin recursos— y Medicare —para mayores de 65 años o personas con discapacidad— impulsados por el Gobierno de EEUU.
Grifols en Alemania
Fuera de Estados Unidos, Alemania es el único país donde Grifols tiene centros de donación (43 el año pasado). En esta cifra se incluyen los 35 centros de donación que tenía ya Haema, comprada en marzo de 2018 y que en diciembre vendió a Scranton siguiendo el mismo modelo que el empleado con la estadounidense Biotest. También incluye los cuatro centros de donantes que en mayo de 2019 Grifols adquirió a través de Haema a Kedplasma GmbH por 20,5 millones de euros. Según publicaba El Economista a raíz de esta compa, allí los donantes reciben cupones-regalo por su sangre.
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